Notas Sobre los Lineamientos Propuestos por el Gobierno Cubano

La Habana, 23 de Diciembre de 2010.

Durante los meses de diciembre, enero y febrero han sido convocados los cubanos de las islas para analizar el Proyecto de Lineamientos de la Política Económica y Social que será presentado al VI Congreso del Partido Comunista de Cuba en el mes de abril del 2011. Ya en el Sexto Periodo Ordinario de Sesiones de la Séptima Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, que concluyó el día 18 del presente diciembre, fue analizado por los diputados.

Este proyecto, que se anuncia como salvífico para el modelo económico actual, pretende solucionar desde los intereses del estado —que no son otros que mantener a ultranza el poder político— con las mismas herramientas de control y planificación que lo han hecho inoperante y desestimando las leyes del mercado, su sostenibilidad y desarrollo, lo que parece ser un error y un fracaso más.

La ampliación del trabajo por cuenta propia, elevado ahora a 178 tipos de licencias, difícilmente podrá absorber al millón trescientos mil trabajadores que quedarán cesanteados, casi la quinta parte de toda la fuerza laboral activa del país. Entonces, a una buena parte de ellos, presumiblemente, no les quedaría otra alternativa que engrosar los sectores agrícolas y de la construcción, en los que hay significativos déficit, uno de los propósitos no ocultado por las autoridades.

Ahora las campañas de propaganda del estado apuntan en la dirección de tratar de convencer a la ciudadanía de la necesidad de eliminar la mayor parte de los subsidios económicos. Con estos, en lo social, el estado tradicionalmente ha suplido parte de la diferencia que existe entre los salarios que devengan los trabajadores y el valor real que estos debieran de recibir por el trabajo realizado. Trabajo que pagan, además, con una moneda devaluada. Entonces, quien ha sido subsidiado verdaderamente, durante más de cincuenta años, es el mismísimo estado. El precio que le han obligado pagar a los trabajadores para costear una política exterior a nivel de gran potencia y los disparatados y discriminadores experimentos en la economía doméstica han sido, y son, la causa fundamental de la pobreza material y moral que sufrimos.

Para conseguir sus objetivos políticos y de dominación en los inicios, las autoridades no tuvieron escrúpulos en fracturar el cuerpo mismo de la nación cubana. Cambiaron todo lo que, en su interés, debería ser cambiado. No tuvieron en cuenta los costos: ni los sociales ni los económicos. Pero lo que es peor aún: acabaron con las tradiciones nacionales para desnudar también el espíritu de la nación. La religión, la familia, las libertades, los derechos, fueron agredidos y lastimados; trastocaron los símbolos de nuestra cultura nacional; una nueva semiótica militar desde el poder se instaló. El miedo, como terapia de choque aplicada, con sus miserias e indefensiones; la lucha eterna, contra el imperio —el de enfrente por supuesto—, con su constante atrincheramiento y el escapismo conveniente; y el internacionalismo, que sofoca y desborda la capacidad nacional han sido, en general, los tres baluartes sobre los que lograron entronizar por tanto tiempo la ya vetusta revolución. Resultados colaterales que sufrimos de esas históricas y nefastas políticas son la corrupción, la marginación, las discriminaciones, la indiferencia, la simulación y el desarraigo, por nombrar solo algunos ejemplos.

El documento del convite al VI congreso elude el importante asunto de la propiedad; no reconoce el derecho de los cubanos a participar como inversionistas en su país cuando, contradictoriamente, propone la necesidad de atraer la inversión extranjera. Una muestra del continuismo de las políticas discriminatorias aplicadas por las autoridades a sus conciudadanos.

En el tema del turismo señala la construcción de campos de golf e inmobiliarias, para ganar la atención de sectores selectivos de ese mercado. El golf, que fue siempre un deporte elitista, tan criticado antaño por los entonces mesiánicos revolucionarios, eminentemente practicado por los “odiados” capitalistas, pasa a ser ahora, contradictoriamente, un interesado imán para acercarlos al patio.

Actualmente Cuba es un país endeudado, empobrecido, hambreado; la mayoría de la angustiada población asiste, temerosa, a la noria conversacional de las reformas por venir. Pero los tiempos de revisar y renovar ya caducaron; las expectativas de los más apuntan a la urgente necesidad de instrumentar los procesos de cambios hacia las libertades ciudadanas y la democracia. La ratificación e implementación de los Pactos de Derechos Humanos de las Naciones Unidas por las autoridades es, realmente, el ineludible punto de partida para comenzar a reconstruir la verdadera nación de todos.

En un reciente documento titulado Manifiesto Cívico a los Comunistas Cubanos, un grupo de ciudadanos independientes señalamos explícitamente en 13 puntos, la actual inviabilidad del Proyecto de Lineamientos, significando la necesidad de legitimar la pluralidad de alternativas política que posibiliten, desde la civilidad ciudadana, los procesos de construcción democrática. La solución de la crisis cubana pasa, irremisiblemente, por estos procesos. Nadie se llame a engaño; está en juego la existencia soberana de nuestro diverso hogar nacional.

firma

Rafael León Rodríguez
Coordinador General