Congreso de la Organización de Mujeres Demócrata Cristianas de América (MUDCA) Bogotá, Colombia

La Habana, 12 de Diciembre de 2008.

Estimadas féminas congregadas en la magna cita:

Reciban con nuestros parabienes, un saludo solidario desde Cuba de las mujeres del Proyecto Demócrata Cubano, con el deseo y la confianza en el éxito de este trascendental evento de la democracia cristiana hemisférica.

La mujer cubana, como todo ser social, es sensible a los procesos que se vienen produciendo en el mundo. En el presente, la fémina de nuestro continente asiste y es copartícipe de los cambios del orden democrático global. Así se integra cada vez más, protagoniza y lidera, labora y escribe nuevas páginas de la historiografía continental. En contraste, aún cohabitan actitudes primitivas y violentas lastradas de la ignorancia, la discriminación, el desamparo y la exclusión que emborronan el diario acontecer y los logros de la mujer latinoamericana; nos referimos, por supuesto al machismo, a la violencia, física y sicológica, y a otros problemas de género que definitivamente necesitamos erradicar y, a los sistemas antidemocráticos que tratan de consolidarse en nuestra región.

No obstante, muchos y variados son los logros que hemos tenido en el largo proceso de la integración y la solidaridad. Así nuestras capacidades, cognitivas o no, han merecido el reconocimiento y han ganado un lugar en la urdimbre social a escala mundial.

Si bien son muchos y variados los temas inherentes a nuestro género que pudiéramos abordar aquí, el asunto es que preferimos centrarnos en este encuentro que nos convoca hoy, el Congreso de las Mujeres Demócrata Cristianas de América, en una visión sintetizada de la actualidad cubana.

Cuba en el Mar Caribe: Anclada Entre dos Hemisferios

Como una feliz coincidencia este congreso de MUDCA se celebra dos días después de la conmemoración del sesenta aniversario de la proclamación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos por las Naciones Unidas. En sus treinta artículos, como es conocido, este trascendente documento resume las aspiraciones más legítimas de la humanidad. El quinto párrafo del preámbulo asevera textualmente: “Considerando que los pueblos de las Naciones Unidas han reafirmado en la Carta su fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana y en la igualdad de derechos de hombres y mujeres, y se han declarado resueltos a promover el progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la libertad”; casi todas las esperanzas de nuestros pueblos están resumidas en estas palabras y en el resto del texto de la declaración, la que más tarde fue enriquecida con los pactos de derechos civiles y políticos y económicos, sociales y culturales. Y a propósito de esto, en Cuba, estamos, ahora mismo, a la expectativa del cumplimiento por las autoridades del gobierno de la ratificación e implementación de estos pactos, compromiso que anunció y que deberá honrar próximamente.

Nuestro país insular, en muchos aspectos, continúa siendo una singularidad aquí en el Mar Caribe, anclado entre hemisferios, el norte y el sur, con toda la carga referencial que esto determina. Para continuar con las conmemoraciones, en unos pocos días también la sociedad cubana cumplirá cincuenta años de sufrir un régimen autoritario y dictatorial con el que ha completado un ciclo de medio siglo para, finalmente y en muchos aspectos, regresar al punto de partida. Para cambiarlo todo, desde su comienzo y, en aras de consolidar su control, la ya longeva revolución fue quebrando las tradiciones cubanas más legítimas, desde las religiosas hasta las festivas, manteniendo a la sociedad en un estado de movilización perpetuo. Para esto, el cerco y virtual estado de sitio producto del conflicto entre los gobiernos norteamericanos y el revolucionario han sido y son aún, el pretexto perfecto. De este estado de cosas, la familia, célula fundacional de la sociedad, sufrió los embates de la dispersión y la división, tanto mediante la práctica de determinadas iniciativas de ingeniería social como por la imposición de un sistema considerado exótico por la mayoría de la población. Las contradicciones entre las fuerzas que se enfrentaron y, aún se enfrentan, provocaron una emigración progresiva obligada a constituirse toda como exilio político a partir de este conflicto Cuba-EE.UU. Las autoridades del régimen cubano no dejaron otra alternativa, al inventar una figura migratoria nombrada salida definitiva del país, la cual despojaba al ciudadano que emigraba no solo de todos sus derechos económicos, civiles y políticos sino que lo borraban literalmente de la nómina nacional.

De entre estos conflictos, el del enfrentamiento Estado-Iglesia, con su secuela de limitaciones a la libertad religiosa, entre otras libertades, condicionó una mascarada moral entre algunos creyentes y no creyentes que luego interesó otros sectores sociales y que ha llegado hasta nuestros días, ahora bajo el falso nombre de doble moral; falso, puesto que no se puede considerar doble lo que no se posee. De cualquier manera esta situación ha afectado valores, de manera general, como el de la honestidad, el respeto al semejante o el amor propio. Pero nos salva una virtud inherente a nuestros pueblos: la solidaridad.

En cuanto a los dos logros más connotados de esta mitad de siglo: la educación universal y gratuita y la salud pública para todos, estos no han podido resistir la asimetría entre las economías cubana y la de los otros países con los que ahora nos interrelacionamos e intercambiamos, provocando tanto la deserción de profesores de las aulas nacionales como la sobrevaloración de la prestación de servicios médicos en el extranjero a expensas del detrimento de la calidad y la cantidad de estos en el país.

Son muchas las carencias y los despropósitos por los que transitamos en la actualidad; huracanes, bloqueos, limitación de libertades y de recursos materiales, pero estamos convencidas que el devenir nos acerca cada vez más a la libertad y a la democracia. Los tiempos y procesos de cambios ya se anuncian por sí mismos y forman parte de la cotidianidad de todas nuestras naciones, incluyendo a las del norte.

Hoy nosotras, las mujeres del Proyecto Demócrata Cubano, como muchas otras de la sociedad civil alternativa, desde el respeto a la pluralidad democrática, como sujetos políticos, trabajamos, junto al resto de nuestra membresía, por la recuperación de las libertades ciudadanas, enmarcadas fundamentalmente en la Declaración Universal y en los pactos de derechos humanos. Nos constituimos como una referencia más en el espectro diverso de la oposición pacífica. Apoyamos las iniciativas de agrupaciones de féminas que promueven tanto la libertad de sus familiares presos políticos pacíficos y de conciencia como la campaña por una sola moneda para solventar todas las obligaciones económicas en el territorio nacional.

Estamos seguras que Cuba no permanecerá ajena a la actual dinámica de cambios que se realizan o se avizoran en todos los espacios, ahora globalizados, de nuestro continente. En estos procesos las cubanas y los cubanos sabemos que estaremos bien acompañados, solidariamente, por las mujeres cristianodemócratas de América.

firma

Rosa María Rodríguez Torrado
Secretaría de Derechos Humanos y Solidaridad