Declaración

La Habana, 11 de Noviembre de 2008.

Primero apareció Fay, como anticipación de los que vendrían después: una tríada de ciclones de gran intensidad nombrados Gustav, Ike y Paloma. Ante estos y otros eventos el Proyecto Demócrata Cubano emite la siguiente:

El huracán Ike —entre el 7 y el 9 de septiembre— vino a terminar lo que inició Gustav el 30 de agosto pasado. Un doble golpe devastador atravesó la isla desde oriente hasta occidente ocasionando los daños materiales más cruentos de los que se tienen noticias en los anales de la meteorología cubana: 8 mil 600 millones de dólares aproximadamente en pérdidas. Ahora se cuantifican las del paso del tercero: Paloma. Este último repitió, de alguna manera, la destrucción de Sta. Cruz del Sur en el Camagüey del año 1932, aunque en esta oportunidad sin que se perdiera una sola vida humana, gracias al esfuerzo comunitario dirigido por el Sistema Nacional de la Defensa Civil. La solidaridad internacional no se hizo esperar, se movilizó de inmediato luego de Gustav y aún continúa fluyendo, de diferentes maneras y desde casi todos los confines del planeta.

El pueblo cubano, tanto los que habitamos en el archipiélago como los que se encuentran fuera del país, ante la tragedia ciclónica nacional priorizó el apoyo solidario a la reconstrucción y a la ayuda a los damnificados. Los opositores políticos pacíficos del interior así como los del exilio, mayoritariamente, y sin que mediara algún tipo de acuerdo, privilegiamos la solidaridad y evitamos la natural confrontación política con las autoridades gubernamentales, enviando así una señal de responsabilidad patriótica.

No es menos cierto que estos fenómenos también ocurrieron en momentos difíciles para la economía mundial. Los elevados precios del petróleo y por ende de los alimentos y de todo lo demás, aparejados al desarrollo de la actual crisis financiera internacional, tensaron las capacidades del país para afrontar esta catástrofe. Si a esto añadimos un sistema económico estatal ineficaz e improductivo; una sociedad agotada y a la espera de cambios estructurales que le permitan una mejor calidad de vida y el disfrute de sus derechos y libertades; una dirección gubernamental lastrada por las referencias de su pasado y el añejo diferendo entre Cuba y los EE.UU., obtendremos entonces una imagen actual del desbordamiento de nuestro acontecer nacional.

Pero no todas son malas noticias. La crisis económica mundial ha globalizado también la necesidad de una nueva lógica de cambios en la economía y en la política internacional y esta visión atraviesa todas las esferas de las sociedades en su interactuar, consigo misma y con las demás, incluyendo por supuesto a la cubana. Las elecciones en los EE.UU. corroboran esta tesis. La palabra clave fue cambio. El triunfo del candidato del partido demócrata Barack Obama nos anuncia la posibilidad de nuevos escenarios en donde dirimir y negociar un cambio en las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos. De concretarse este de seguro nos acercaríamos más rápidamente a la democracia y al rescate de nuestra civilidad y pluralidad política.

Ya la Unión Europea y las autoridades cubanas emprendieron estos nuevos rumbos. El levantamiento de las sanciones a Cuba del 2003 y la firma de acuerdos de colaboración durante la visita del Comisario para la Colaboración y la Ayuda Humanitaria Louis Michel y el inicio de un diálogo critico incondicional entre las partes, ha abierto un espacio más a la justicia y a la esperanza.

Los temas candentes tales como el bloqueo norteamericano, y las medidas tomadas por la saliente administración republicana en relación con los controles a las remesas y a los viajes de visita a familiares en la isla para los cubanos residentes en Estados Unidos, seguramente estarán en primer lugar. En relación con el bloqueo la comunidad mundial, representada en las Naciones Unidas, votó por decimoséptima vez a favor de su eliminación. En cuanto a las medidas restrictivas sobre remesas y viajes, y a tenor de los daños producidos por los huracanes Gustav e Ike, la comunidad cubanoamericana retomó la iniciativa y solicitó, de diferentes formas, suprimirlas.

Todas estas acciones y propuestas están signadas en clave de cambios. Las autoridades cubanas no podrán estar ajenas a ella pues conocen que la ciudadanía se mantiene expectante ante esta problemática nacional. Ellas saben que hay pasos y determinaciones políticas que están pendientes, como la liberación de los prisioneros de conciencia y presos políticos pacíficos y la ratificación de los Pactos de Derechos Civiles y Políticos y Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones Unidas y su implementación. Pero son seguramente estos ambientes de distención y confianza los que ofrecerán las condiciones adecuadas para los cambios por venir.

El Proyecto Demócrata Cubano continuará apoyando la creación de estos ambientes como marco imprescindible para las negociaciones respetuosas e invita a la comunidad internacional a impulsarlos por encima de cualquier interés que promueva la intolerancia y la confrontación pues estas son, ante todo, enemigas de los cambios.

firma

Rafael León Rodríguez
Coordinador General