Declaración

La Habana, 20 de Febrero de 2008.

A pesar de tener la certeza de que en algún momento ya cercano sucedería, luego de casi medio siglo, la sorpresiva noticia de la renuncia de Fidel Castro a repetirse como presidente de Cuba el próximo 24 de febrero, no solo alertó, sino que reanimó en los cubanos, una vez más, la posibilidad de ver realizadas sus esperanzas de renovación y cambios.

Esta última e impaciente espera, que se inició el 31 de julio del año 2006 con la entrega, con carácter provisional del poder al General Raúl Castro, no ha estado, ni está aún, libre de incertidumbres y temores. No obstante, la inmensa mayoría de la sociedad cubana, más allá de posiciones ideológicas, situaciones vivenciales o ubicación geográfica, está identificada con la necesidad de nuevos derroteros que la conduzcan hacia la verdadera justicia social, las libertades ciudadanas y el bien común.

Este de por sí ya histórico acontecimiento, tiene varias lecturas e interpretaciones sociológicas, una de las cuales y quizás de las más importantes, fue la ausencia, durante las primeras horas, de comentarios y debates públicos al interior del archipiélago cubano al conocerse el titulado Mensaje del Comandante en Jefe por la prensa oficial. Esta complicidad silenciosa nacional ante una información que para nadie pasó inadvertida, es una prueba de lo profundo que se ha instalado el miedo en la cultura cubana durante las últimas 5 décadas.

Por otro lado, la nueva dirección provisional había hecho un llamado a la población en julio del 2007, a que manifestara libremente sus inquietudes y proposiciones sobre la problemática general del país. Esta es también, en sí misma, otra prueba que certifica que las autoridades no están ajenas a la naturaleza de estos miedos. Además, es poco probable que estas no tengan muy bien identificadas todas y cada una de las acciones que son necesarias realizar para avanzar en la dirección del rescate de las libertades, los derechos y la promoción del bienestar económico de los ciudadanos.

El Proyecto Demócrata Cubano es de la opinión de que las nuevas autoridades que serán investidas el próximo 24 de febrero, cualesquiera que estas sean, seguramente tendrán la capacidad de adelantar los cambios indetenibles por los que vibra desde hace mucho el pueblo y la nación cubana. Conocemos que estos deben ser fruto de la responsabilidad y la mesura. Sabemos también que existen riesgos. Pero estamos convencidos que, independientemente de la magnitud del desafío, este proceso de cambio no deberá continuar ignorado puesto que no podrá ser detenido.

Este año conmemoramos el décimo aniversario de la visita a Cuba del Santo Padre Juan Pablo II. Él nos trajo un mensaje de paz, amor y esperanza. Nos exhortó a no tener miedo. Seamos consecuentes con su legado.

firma

Rafael León Rodríguez
Coordinador General