Cuba, Algunas Consideraciones Sobre la Actualidad Nacional e Internacional

La Habana, 15 de Septiembre de 2007.

Si en algo la mayoría de los cubanos —independientemente de posiciones políticas y ubicación geográfica— nos hemos puesto rápidamente de acuerdo, es en que el 31 de julio del año 2006 marcó un antes y un después en el devenir histórico de las islas de Cuba. Ese día con la publicación de la “Proclama del Comandante en Jefe al pueblo de Cuba” en la que por primera vez después de casi 50 años se traspasaba el poder —al menos sospechosamente con carácter provisional— al vicepresidente primero, el Gral. Raúl Castro, se anunciaba también el comienzo de una nueva etapa en el contexto de la transición hacia la democracia; transición que se inició a partir del derrumbe del Campo Socialista y su metrópoli: la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS, la última década del pasado siglo XX.

Muchos de los actores políticos, tanto del ámbito nacional como del internacional, que de alguna manera participan o se relacionan con el tema cubano, aguzaron su accionar a partir de ese hito. Las señales que avalan estos procesos vienen de todos lados, incluyendo a las esferas gubernamentales y a la oposición. Cada cual en correspondencia con las lógicas asumidas y las visiones que de ellas se derivan, sin descartar la visualización de nuevos escenarios, alianzas y reacomodos posicionales que fundamentan el anuncio de los cambios por venir.

En estos últimos tiempos, primeros del tercer milenio y del nuevo orden mundial unipolar, los asuntos cubanos de interés geopolítico han estado girando e interactuando, fundamentalmente, alrededor del triángulo conformado por Cuba, los Estados Unidos y la Unión Europea. Más tarde, el triunfo del chavismo en Venezuela y la creación del ALBA añadieron una nueva dimensión y dieron un espaldarazo al gobierno del archipiélago caribeño. Aun así la situación económica nacional continuó siendo desfavorable. El coste de la canasta básica familiar, a pesar de los subsidios estatales, sigue consumiendo la mayor parte de los ingresos de los trabajadores cuyos salarios son realmente simbólicos. La economía interna se mantiene sujeta a una doble circulación monetaria: el peso cubano y el peso cubano convertible, distorsionando la política de precios y dando rienda suelta a la corrupción. Por otro lado el elevado coste de la ayuda internacionalista que presta Cuba rebasa las potencialidades reales de la economía nacional, produciendo además afectaciones en los servicios básicos, otrora garantizados como la salud pública y la educación. Se mantienen sin resolver los problemas de la vivienda y de infraestructuras fundamentales para el desarrollo social. Continúa la emigración disparada hacia todas partes de personas, en su mayoría, en edades productivas, ante el fenómeno de una sociedad que envejece aceleradamente. La lista es larga.

La buena noticia es que ahora se reconocen estos problemas, se tratan abiertamente y se reflexiona sobre cómo darles solución. Las reflexiones sobre ellos, tanto los de índole endógeno como externo, han ganado un lugar importante en el acontecer nacional. También es cierto que, en ocasiones, se hacen comentarios a la prensa extranjera sobre temas de vital interés ciudadano, tanto dentro como fuera del país, por funcionarios o personas ligadas a la nomenclatura del régimen y no trascienden a la población. Pero a pesar de ello, se percibe un mejor ambiente y una mejor disposición para tratar temas considerados hasta hace muy poco tabúes y una intención hacia la apertura informativa.

El asunto vital de los derechos humanos y el respeto a las diferencias se manejan con desenfado y se respira un ambiente de menos sofocación social; partiendo del hecho de ser esta una sociedad históricamente víctima del acoso y la opresión desde los poderes del estado.

Por otro lado están las llamadas Reflexiones del Comandante en Jefe que son publicadas en el órgano del Partido Comunista, el periódico Granma, y que han pasado a formar parte, sorprendentemente, de una asignatura de la enseñanza superior. En ellas son abordadas diferentes cuestiones que, en ocasiones, dejan entrever nuevas opiniones como la publicada, por ejemplo, el jueves 28 de junio del presente año titulada “Una respuesta digna” en la que señala en una oración: «La Unión Europea está ahora peor que el antiguo campo socialista».

Alineamiento Europa-EE.UU.

Con relación a Europa continúa la expectativa de los resultados de las reuniones acordadas entre los gobiernos de España y Cuba, las que continuarán próximamente en New York en su segunda ronda. Recientemente, la dirección de nuestra organización sostuvo un encuentro en la Embajada del Reino de España en La Habana, a solicitud del diplomático Carlos Pérez, durante la cual fueron intercambiados diferentes asuntos y opiniones sobre estas citas.

Las relaciones de las autoridades cubanas con Europa no pasan por un buen momento. Estas han puesto el énfasis en la alianza estratégica entre los EE.UU. y la UE, señalando a estos últimos más de cómplices que de aliados.

Para nadie es un secreto que una nueva Europa se conformó luego de finalizada la Segunda Guerra Mundial. La occidental —aliada a los EE.UU.— logró avanzar aceleradamente en la reconstrucción de posguerra y el restablecimiento de sus estados nacionales gracias al apoyo económico proveniente del Plan Marshall norteamericano; no así la oriental, que junto a la ya desaparecida Unión Soviética formaron una alianza apoyada en las bayonetas del Ejército Rojo. Los luctuosos ejemplos de la invasión a la sublevada Hungría en noviembre de 1956 por 19 divisiones rusas —más de 200,000 soldados—, o a la exrepública de Checoslovaquia en agosto de 1968, constituyen pruebas históricas irrefutables que certifican de qué lado quedaron las libertades y la soberanía de los pueblos europeos luego de terminada la última contienda bélica mundial.

Si bien es cierto que el tablero geopolítico euroasiático cambió sorpresivamente durante el último decenio del pasado siglo XX con la desaparición de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y del llamado Campo Socialista, no fueron precisamente los compromisos y las lealtades de los europeos occidentales los que se vieron obligados a cambiar, sino las del gobierno cubano al quedarse sin sus aliados bolcheviques del Kremlin.

En la actual coyuntura internacional, las dinámicas de la Unión Europea se han dirigido más hacia los espacios cambiantes del este que a los intereses allende el océano y, lamentablemente, no ha tenido la capacidad de constituirse en un factor de equilibrio independiente ante las nuevas realidades y desafíos globales de estos tiempos.

En esta lógica parece estar atrapado también el tema de sus relaciones con Cuba y el diferendo de esta con los Estados Unidos.

Para la oposición pacífica cubana la política europea hacia Cuba es de vital importancia, no solo como salvaguarda de las tradiciones culturales occidentales que forman parte de nuestros orígenes, sino como referencia de la nueva república libre, soberana y democrática a la que aspiramos.

Sabemos que se necesita mucha imaginación y audacia para diseñar una política adecuada ante un sistema anclado en un pasado que ya solo es historia y, frente a la arrogante testarudez de la nación más poderosa del mundo que se niega a reconsiderar sus fracasadas posiciones ante el conflicto cubano.

Con relación a Estados Unidos se percibe la intención de las autoridades cubanas de ganar tiempo a la espera de las próximas elecciones presidenciales. En la otra dirección ya el tema cubano es nuevamente un valor de los intereses electorales de los candidatos a las nominaciones partidistas para los comicios de 2008.

En esencia nada ha cambiado, sólo los discursos. En la práctica las añejas políticas de aislamiento y cerco no han contribuido, ni contribuyen en nada a los cambios que se avizoran.

Acotación final

En la actual situación cubana existen muchas incógnitas y mucho camino por andar aún, pero estamos seguros de que nunca antes hemos estado más cerca de lograr los cambios pacíficos hacia la democracia y la reconciliación nacional.

Nuestra organización continúa apostando a que estos sean graduales, resultados de procesos consensuados, producto del reconocimiento respetuoso de las diferencias y de los diferentes sujetos políticos que debemos conformar la futura República Nueva.

firma

Rafael León Rodríguez
Coordinador General