Carta a los Invitados de la Comunidad Cubana al Centro Carter

La Habana, 6 de Junio de 2007.

Dra. Jennifer McCoy
Directora de Américas Program
Centro Carter

Dra. Shelley A. McConnell
Directora asociada

Invitados de la comunidad cubana al Centro Carter

Distinguidos participantes:

Reciban ante todo un respetuoso y fraternal saludo desde el archipiélago cubano junto a nuestros votos por el éxito de la cita que los reúne.

Aprovechando esta oportunidad nos hemos atrevido a compartir con uds. algunas reflexiones sobre la transición pacífica a la democracia en nuestra patria.

Cualquier acercamiento a la actualidad cubana pasa, incuestionablemente, por el asunto de la democratización de nuestra sociedad y los factores e intereses que interactúan a favor y en contra de estos procesos; y queremos destacar esto: procesos y no colapsos ni dramáticos derrumbes, como se sucedieron en la ya desaparecida Unión Soviética y su llamado Campo Socialista.

Cuba, en comparación con los países que conformaron ese campo, se caracterizó por su singularidad, como también a su vez ante los eventos más o menos traumáticos de las transiciones española y chilena.

En los últimos tiempos y luego del agotamiento de una larga lista de programas y acciones punitivas de todo tipo —algunas de las cuáles aún perduran como el embargo norteamericano—, la transición versus sucesión se constituyó en la clave dominante del tema de los cambios.

El 31 de julio del pasado año el traspaso de poderes con carácter provisional al vicepresidente y General de Ejército Raúl Castro, marcó un hito en este nuevo escenario condicionado a las inexorables leyes que rigen la biología humana.

En reiteradas ocasiones y desde diferentes centros de poder y sectores de la oposición, se han alzado voces para condenar la llamada sucesión. Recientemente la secretaria de estado de los EE.UU., Srta. Condoleezza Rice, en el marco de la visita que realizó a España, dijo que el gobierno norteamericano no permitiría la sucesión de un régimen antidemocrático a otro análogo, reafirmando con sus palabras la intransigencia injerencista que ha caracterizado a la actual administración estadounidense.

En ocasión de un taller realizado en la República Dominicana por la Solidaridad de Trabajadores Cubanos en septiembre de 2005, nuestra organización planteó la posibilidad de asumir la sucesión como parte de la transición y no como su antagónica, e invitamos a los participantes en aquel evento a reflexionar sobre este fenómeno.

Ahora, transcurrido ya algo más de 10 meses desde que se oficializó el traspaso provisional de poderes —más de oficio que de hecho— y a pesar de la ambigüedad del mismo, se vislumbran señales que abren ventanas a nuevas expectativas en la dirección de los procesos de cambio.

Entre las señales que creemos más trascendentes podemos citar, en la esfera sociológica, la paulatina tendencia a la desmovilización de la sociedad cubana, la cual ha sido tradicionalmente víctima del acoso gubernamental. Las grandes concentraciones populares, los desfiles, las marchas del pueblo combatiente y las campañas movilizativas, han ido desapareciendo o atenuándose con el paso de los meses.

En cuánto a los derechos humanos, las inéditas reuniones efectuadas los días 29 y 30 del pasado mes de mayo entre las autoridades cubanas y españolas, prometen la apertura de nuevos caminos para el desarrollo de este importante y trascendental asunto.

Otras evidencias a mencionar, giran en torno a informaciones sobre la creación de equipos multidisciplinarios que actualmente estudian y analizan desde la propiedad privada hasta la posibilidad de reformar el sistema monetario nacional con la adecuación de una sola moneda para el pago de todas las obligaciones financieras nacionales. Asimismo, las nuevas resoluciones aduaneras que posibilitan la importación no comercial de electrodomésticos; la atención diferenciada a las necesidades acumuladas de la sociedad como el transporte público, la vialidad, la vivienda, los servicios básicos de acueductos y alcantarillados, la salud y la educación son, entre otros, algunos ejemplos.

Pero si importante son estos, en nuestra opinión, lo es más el nuevo talante con el que se enfrentan los diferentes ambientes antes considerados “tabúes” por las autoridades e incluso por la prensa gubernamental.

Aún así no nos llamamos a engaño. Sabemos que, hasta el presente, la voluntad política de las autoridades apunta a la preservación del poder político. Sin embargo, estamos convencidos de que cada causa justa conquistada constituirá un nuevo punto de partida para alcanzar otras, y juntas, nos irán abriendo el camino hacia los derechos y las libertades que nos faltan por conquistar y estos, a su vez, nos conducirán a la democracia, al estado de derecho y a la nueva república a la que aspiramos.

Pero conocemos que todo este proceso es complejo, de nuevos pactos, de respeto y reconocimiento entre los sujetos que participamos en ellos, de derrumbar barreras y construir puentes. Es, posiblemente, uno de los escenarios en los que se puedan conjugar los cambios en la paz regional hacia el exterior y la tranquilidad ciudadana hacia el interior del archipiélago; en dónde podremos preservar las realizaciones positivas del pueblo cubano durante todos estos años y desatar todo lo que hasta el presente lo mantiene atado, provocando la menor convulsión social posible.

Durante este ya casi medio siglo de totalitarismo se han producido, en diferentes momentos, coyunturas favorables a los procesos de cambio. Por una razón u otra se han perdido estas oportunidades. Ahora estamos frente a una nueva posibilidad. A la oposición pacífica cubana y a las organizaciones pacíficas prodemocracia de cubanos en la diáspora corresponde potenciarlas acompañados de la buena voluntad y el apoyo político-moral de la comunidad democrática internacional.

firma

Rafael León Rodríguez
Coordinador General