Mensaje al Seminario de la ODCA, El Caribe y sus Principales Desafíos, a Celebrarse en Aruba los días 25 y 26 de Abril

La Habana, 26 de Abril de 2003.

Distinguidos delegados:

Ante todo queremos hacerles llegar un afectuoso saludo a los participantes en el cónclave del Área del Caribe de la ODCA y nuestro reconocimiento a esa institución por su continuada solidaridad para con nosotros y para con la emergente sociedad civil independiente cubana.

Los últimos acontecimientos acaecidos en Cuba que resultaron en largas condenas, mediante juicio sumarísimo, de 75 opositores pacíficos y periodistas independientes y en la insólita ejecución de 3 jóvenes que dirigieron el secuestro de una embarcación de transporte de pasajeros con la intención de viajar hacia el sur de la Florida, han puesto de manifiesto la crisis sistémica general por la que viene atravesando Cuba.

Esta crisis, que comenzó a agudizarse después de la desaparición del campo socialista y la URSS se ha potenciado, en lo político, a partir de la toma de posesión de la actual administración estadounidense.

En ella también están involucrados los escenarios de la transición a la democracia y al estado de derecho, y mantiene atrapada a la sociedad cubana entre las tensiones que generan las fuerzas diversas que se enfrentan - tanto desde el interior como del exterior - y que, retroalimentándose entre sí, provocan la parálisis de los programas de renovación pacífica posibles.

Evidentemente, los atentados terroristas del 11 de septiembre del 2001 en New York y Washington y la declarada guerra por los caminos del mundo pregonada por Norteamérica - sumados a la agudización de la crisis económica mundial -, han contribuido a crispar, más aún, el entorno geopolítico alrededor de Cuba.

En este contexto, la heterogénea oposición cubana ha venido reclamando sus aspiraciones de cambios pacíficos y respeto a todos los derechos humanos. Sin embargo, estos últimos tampoco han podido sustraerse de los rejuegos de los intereses políticos - tanto de parte de las autoridades cubanas como de los gobiernos de los EE.UU. -, convirtiendo este tema en una arena más de enfrentamiento bilateral y coartando la esencia misma de sus legítimos propósitos.

En los últimos tiempos, la ausencia de una percepción objetiva de la singular realidad cubana y la virtual sobrevaloración del apoyo internacional - constantemente sujeto al escrutinio y la referencia de los absurdos diseños políticos de los EE.UU. en relación a Cuba - potenciaron propuestas de cambios drásticos basados en elecciones o referéndum consultivos, obviando realidades tácitas de la sociedad y las capacidades movilizativas y de convocatoria de la oposición.

Las actitudes injerencistas descarnadas de funcionarios estadounidenses deslegitimaron estas acciones y dieron al traste con la posibilidad de continuar avanzando y consolidando los espacios imprecisos de tolerancia gubernamentales alcanzados por la oposición pacífica y la prensa independiente hasta el presente.

Incuestionablemente, no todo está perdido, puesto que las necesidades de cambio hacia una sociedad más justa y plural y al equilibrio y disfrute de todos los derechos humanos sin distinción, forman parte de la propia naturaleza cultural de nuestro pueblo. Pero sí han constituido un freno y un revés paralizante.

Nuestra organización, que no ha sufrido hasta el presente el embate de la represión y el descrédito llevado a cabo contra la oposición, continúa trabajando por mantenerse como una referencia democristiana alternativa en el marco de la sociedad civil.

El Proyecto Demócrata Cubano continuará reafirmando su posición vertical de principios a favor de la soberanía e independencia nacionales y de un cambio de las políticas confrontacionales de los EE.UU. hacia Cuba, que pasa, ineludiblemente, por el inicio de conversaciones respetuosas entre ambos gobiernos en la búsqueda de la solución del diferendo Cuba-EE.UU.

Continuaremos defendiendo la tesis de que los cambios pacíficos en Cuba son consustanciales a la creación de climas de confianza y respeto que ofrezcan las garantías imprescindibles para la apertura plural de la sociedad. Potenciaremos nuestra convicción de que la transición hacia la democracia participativa y el disfrute de todos los derechos humanos forman parte de un proceso pactado partiendo de la ética entre todos los sujetos políticos involucrados en el mismo, y no de acontecimientos puntuales.

En estos empeños, confiamos en que la democracia cristiana internacional y en particular la ODCA, nos acompañen fortaleciendo el acercamiento y el diálogo crítico-constructivo tanto con las autoridades del archipiélago como con la sociedad civil cubana; abriendo todos los canales para colaborar con la reinserción de Cuba en el concierto mundial y exigiendo no sólo la liberación de los presos políticos y de conciencia, sino también el levantamiento de todas las sanciones a Cuba y el respeto a la voluntad de los cubanos a ser los autores de nuestra historia.

Les deseamos éxitos en el marco del evento que los aúna y en los propósitos inherentes a nuestra común ideología.

Con la atestación de nuestro respeto,

firma

Rafael León Rodríguez
Coordinador General