Llamamiento a la Razón

La Habana, 5 de Marzo de 1997.

En las últimas semanas y, marcadamente, a partir de las declaraciones hechas por el presidente de los EE.UU. "Apoyo para una transición democrática en Cuba", se han venido recrudeciendo los actos de represión, intolerancia y repudio a ciudadanos que pacíficamente abogan por una transición hacia formas democráticas de convivencia y a la creación de una sociedad civil basada en el estado de derecho, la solidaridad, la libertad y el bien común para todos los cubanos. Especialmente, esta escalada represiva se ha volcado sobre los periodistas de la prensa independiente.

Nuestro pueblo, que ha sido históricamente manipulado desde afuera y desde adentro e involucrado en antagonismos bipolares, se encuentra nuevamente atrapado entre fórmulas extrapolares y campañas beligerantes internas que únicamente generan el uso sistemático de la violencia en sus variadas formas. En los últimos tiempos nos han estremecido hechos resultantes de soluciones violentas tales como: el hundimiento del Remolcador 13 de marzo y el derribo de las avionetas de Hermanos al Rescate.

¿Es este mecanismo de recurrencia a la violencia la única propuesta del régimen cubano para solucionar su problemática?

No se deben seguir utilizando como pretextos actos y políticas foráneas para coartar la renovación de nuestra sociedad, lo cual es un derecho y un deber de los cubanos, ni de retomar consignas del pasado que se acomodan a una política ya agotada.

No se trata, como argumentan los hombres del poder, de retroceder al pasado, sino de superar el presente y de proyectarnos hacia el futuro con el consenso de la mayoría de los cubanos de buena voluntad.

El pueblo cubano tiene derecho a ser consultado en un plebiscito de su intención de cambios pacíficos, y sólo él puede determinar si un solo partido es suficiente o no para regir su destino.

La tolerancia, el respeto y la voluntad política de cambios es el entorno que urge a nuestra nación para transitar hacia una verdadera democracia participativa y no el odio, la división y la soberbia, sobre todo ahora que nos preparamos para recibir dentro de unos meses la esperada visita del Mensajero de la Paz y el Amor; el Santo Padre Juan Pablo II a nuestra casa común: Cuba.

Aspiramos a que este llamado a la reflexión contribuya a sustituir la política de la razón de la sinrazón, por una política de pensamiento razonable.

Por los hermanos del Proyecto Demócrata Cubano,

firma

Rafael León Rodríguez
Coordinador General