Declaración de Enero

La Habana, 6 de Enero de 1997.

A pesar de todas las propuestas realizadas durante el pasado año 1996 por opositores pacíficos dentro y fuera de Cuba, el gobierno cubano no ha dado muestras, hasta el presente, de tomar en cuenta éstas para dar los pasos necesarios en el camino del diálogo y la reconciliación nacional entre todos los cubanos.

Una de estas últimas propuestas fue la carta entregada al Presidente de Cuba, Dr. Fidel Castro, en la Cumbre de Chile los días 10 y 11 de noviembre pasados, la cual tuvo el silencio por respuesta.

La Declaración de Viña del Mar, firmada por los primeros mandatarios de América conjuntamente con el de Cuba, también fue silenciada y el pueblo cubano no ha tenido información de su contenido y propósitos.

Nunca como ahora los hombres de buena voluntad de todos los continentes miran hacia Cuba en espera de una señal que los motive a colaborar con el pueblo cubano en la reconstrucción nacional.

Mientras tanto, en nuestra patria, la calidad de vida de las grandes mayorías sigue declinando y a nuestro pueblo sólo se le ofrecen cifras y datos estadísticos de presentes y futuras realizaciones, intolerancia y consignas paralizantes.

El gobierno contempla con indiferente complicidad, como decenas de miles de ciudadanos cubanos se juegan el futuro de sus vidas en una lotería de visas de un país extranjero, cuando en Cuba, paradójicamente, están prohibidos los juegos de azar, incrementándose así un éxodo que dura ya casi cuatro décadas. Es impostergable revertir esta situación.

Nuestro pueblo necesita transitar por caminos de tolerancia y respeto a los derechos fundamentales de la persona humana para lograr una verdadera democracia participativa y un verdadero desarrollo sostenido y sostenible en el marco de una sociedad civil. Cuba necesita un solo rostro; donde los actos se correspondan con las palabras.

La renovación de la sociedad cubana es inaplazable y ésta ha de ser, en primer lugar, en el orden moral. Los hombres del poder en Cuba deben vencer el miedo a esta renovación, aceptar los retos de los nuevos tiempos y tener la voluntad política necesaria para una apertura de la sociedad que convoque a todos los cubanos a un Diálogo Nacional para juntos construir la Civilización del Amor que tanto necesitamos.

Esperamos que en el año 1997 se inicie en nuestra patria, con el favor de Dios, el comienzo de una transición pacífica hacia formas superiores de convivencia democrática basadas en la pluralidad, el estado de derecho, la libertad y la paz entre todos los cubanos sin excepción.

Por el Proyecto Demócrata Cubano,

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Rafael León Rodríguez

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Elizabeth Jiménez Sánchez

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René Pintueles León

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Rosa María Rodríguez Torrado